«Aragón necesita un equipo de cuidados paliativos pediátricos a domicilio»

¿Qué balance hace de 2015?

Fue un año muy bueno. Conseguimos inaugurar la ampliación de la planta de Oncopediatría del Hospital Miguel Servet. Ha sido un paso muy importante porque ha crecido el espacio dedicado a Hospital de día y se cuenta con una habitación más. Los niños tienen ahora una sala de juegos más grande y también hay una específica para los adolescentes. Todo ello no solo beneficia a los niños y sus familias, sino que también los profesionales realizan su cometido con mayor confortabilidad. Era una reforma necesaria porque la planta se había quedado pequeña y apenas se había modernizado en los últimos 30 años. Además, hemos conseguido que el Gobierno de Aragón se haga cargo del sueldo del cuarto oncopediatra, que hasta el año anterior estábamos abonando nosotros. Lo hacíamos de forma gustosa porque redundaba en el bienestar de nuestros niños. Pero era algo que debía pagar la DGA.

¿Y desde el punto de vista económico?

Después de unos años malos por la crisis, en 2014 conseguimos cerrar en positivo y 2015 también. Aspanoa está sufriendo, como el resto de asociaciones, los recortes de las administraciones públicas. En 2015, por ejemplo, no hemos recibido ninguna subvención ni del Gobierno de Aragón ni de la Diputación Provincial de Zaragoza. Pero tuvimos la suerte de que nos tocó la Lotería de Navidad, cinco euros por cada euro invertido, y de que la inmensa mayoría de los socios decidió no venir a recoger lo que habían ganado para donarlo directamente a la asociación. Fue muy bonito y demuestra el gran apoyo que siempre nos ha dado la sociedad aragonesa.

Por no hablar del trabajo que hacen los voluntarios.

Efectivamente, la labor de los voluntarios es espectacular. Además, este año se han consolidado dos grupos. El primero el de veteranos, que se está haciendo fuerte y está muy involucrado, lo que es importantísimo desde todos los puntos de vista. Y el segundo, el grupo de duelo. En 2015 hicieron un homenaje precioso en la residencia de Almudévar a todos los niños que se han marchado porque, aunque afortunadamente cada vez son menos, todavía nos siguen dejando entre 10 y 12 niños cada año. Este es un grupo que por el momento es de terapia, pero que tiene muchas ganas de trabajar y queremos que tenga un alcance mayor. En concreto, nos gustaría que apoyen de forma coordinada a los padres que tienen a niños enfermos ahora. Es decir, que sean un equipo que ayude a otras familias a sobrellevar la situación que están viviendo. Algunos de los padres que están en el grupo de duelo han perdido a sus hijos muy recientemente. Pero la mayor parte lleva ya 2 o 3 años, el periodo de duelo está pasando, ya están de otra manera y, desde su experiencia, son los que mejor pueden ayudar a otras familias.

¿Qué objetivos se marca para este 2016?

El más inmediato es nuestra participación en un estudio profesional que se va a hacer en el Hospital Miguel Servet sobre los niños con tumores cerebrales. Aspanoa va a sufragar a un neuropsicólogo para este proyecto porque, además de la investigación, permitirá que nuestros niños estén bien atendidos sin moverse de Zaragoza. Las necesidades médicas las tienen cubiertas, pero el protocolo para estos casos incluye a un neuropsicólogo y, como el Departamento de Sanidad no cuenta con ninguno en este área, nos dijeron que si podíamos colaborar. Lo hacemos de buen grado porque conseguimos que nuestras familias no tengan que marcharse a otros sitios.

¿Quién se va a hacer cargo?

Elena Gabás, que es psicóloga pero que hasta ahora era la encargada de voluntariado y del club de tiempo libre de nuestros niños. Como consecuencia de que uno de nuestros psicólogos pasa a hacer el estudio, sus funciones va a pasar a realizarlas una trabajadora social. Ella es una veterana, una chica muy colaboradora y voluntariosa, que ha estado en campamentos, en actividades… Es alguien que conoce perfectamente nuestro entorno y tenemos puestas en ella muchas esperanzas. Por otro lado, este año también hemos incorporado a un periodista. Queremos adaptarnos a los tiempos en los que estamos y tener a una persona que nos ayude con la comunicación para que la información que salga sea lo más clara y veraz posible. Que nos ayude a poder hablar más con los socios y con la sociedad al menor coste posible.

¿Hay alguna novedad con respecto a los cuidados paliativos?

En Aragón, están muy bien cubiertos para los mayores. Contamos con unos profesionales sanitarios que los ayudan en los momentos más difíciles, es decir, cuando la medicina ya no puede hacer nada por ellos salvo intentar que vivan sus últimos meses de la forma más digna posible. Con los niños lo que pasa es que no existe un pediatra que se ocupe específicamente de ello. Reciben cuidados paliativos en el Hospital, pero fuera de allí, los niños no pueden estar tranquilamente en su casa como ocurre con los mayores cuando están en esa circunstancia. Esto es porque hay pocos niños en comparación con el número de mayores.

Entonces, ¿están peleando para que también exista este servicio para los menores?

Vamos a decirle al Departamento de Sanidad que, aunque los niños que tienen cáncer ‘solo’ suponen el 25% de todos los menores que precisan de cuidados paliativos, estamos dispuestos a ayudar para que esto se ponga en marcha. Y por eso celebraremos una jornada, en octubre si no hay cambios, para sensibilizar a los profesionales sanitarios aragoneses de la necesidad de contar con este servicio. Estamos hablando ya con las autoridades. Se trataría de que las familias pudieran llamar durante las 24 horas del día a un equipo, que se encargaría de que el niño no sufra durante los tres, seis meses o un año que le quedan. Creo que podríamos utilizar parte de la infraestructura ya montada con los mayores y simplemente incorporar a un equipo específico: un pediatra, seguramente una ATS…

¿Qué valoración hace del tercer año de la residencia de Almudévar?

Hemos logrado aumentar de forma importante la afluencia de nuestras familias y niños allí. Al campamento de verano que ya se venía haciendo, se ha sumado uno para Navidad. Hicimos también en verano un campamento bilingüe con un colegio francés, también varios encuentros con nuestra Federación… La idea es que Almudévar sea un lugar para el respiro, es decir, que las familias vayan a descansar, a pasar unos días de asueto, que se oxigenen después de los momentos que han estado pasando en el hospital o simplemente para que sus niños disfruten. Almudévar es un lujo. Y por eso tenemos que aprovecharla al máximo. Tiene un coste importante, pero la sociedad aragonesa, especialmente la oscense, está movilizándose y actividades como la BTT, la gala hípica y la jota están proporcionándonos unos recursos que pueden ayudar a amortiguar los gastos que supone. Debemos seguir potenciándola al máximo en beneficio de nuestras familias porque lo importante es que sea socialmente responsable.

Carlota Calvo: «El cáncer infantil ya no debe ser identificado con fracaso o muerte»

Desde su consulta en el Hospital Miguel Servet habrá visto todo tipo de casos de cánceres pediátricos. ¿Cómo es su día a día en la lucha por ayudar a los niños y a las familias que sufren esta enfermedad?

No es difícil de llevar, puesto que el trabajo está organizado y no todos los días, afortunadamente, se plantean situaciones complicadas, sobre todo, desde el punto de vista emocional. No obstante, exige estar en continua formación para poder ofrecer a cada niño y familia las mejores opciones de tratamiento.

Carlota Calvo, jefa de la Unidad de Oncopediatría del Hospital Miguel Servet

Carlota Calvo, jefa de la Unidad de Oncopediatría del Hospital Infantil. Foto: Tino Gil.

¿Qué factores pesan o influyen a la hora de que una pediatra como usted se decante por la especialidad tan dura como oncopediatría?

Creo que es una especialidad que se elige por vocación en el último año de la especialidad de pediatría, pero también que es una decisión en la que influyen muchos factores: unos personales, otros que se derivan de la unidad en la que te formes y, finalmente, es una especialidad atrayente desde el punto de vista profesional, ya que incluye muchas subespecialidades, tiene mucho campo de investigación y las relaciones médico-paciente-familia son mucho más enriquecedoras. No considero la oncopediatría como la especialidad más dura puesto que, aunque es verdad que se viven situaciones difíciles y que alrededor de un 25% de nuestros pacientes no sobreviven, realmente curamos a la mayoría, y tampoco es grande el número de supervivientes con secuelas importantes que les provoquen una mala calidad de vida. Otras especialidades como neuropediatría (enfermedades degenerativas), enfermedades metabólicas (enfermedades raras) que no tienen tratamiento, realmente son más duras de afrontar.

Imaginamos que el personal de su equipo, además de oncopediatras, debe hacer también de psicólogos. ¿Qué suelen recomendar a los padres o qué les dicen a la hora de darles una noticia así?

Quizá sí somos algo psicólogos. Aunque en realidad la comunicación con los padres es un arte que se va aprendiendo con la experiencia. Desgraciadamente, en las facultades de medicina no se dedica mucho tiempo a la formación en la relación médico-paciente-familia. Siempre que se dan malas noticias debe hacerse con honestidad, con respeto, dedicando todo el tiempo que sea necesario, repitiendo la información las veces que haga falta, permitiendo la asimilación de las noticias y con confianza y optimismo. En general, la comunicación es fácil, a veces no en la primera entrevista, pero después es fluida y de confianza.

¿Qué es para usted lo que marca la diferencia entre un buen día de trabajo y un mal día?

Para mí un buen día de trabajo es aquel que se desarrolla de una forma fluida, en el que todo lo que debía hacerse se ha realizado sin problemas, que no surgen imponderables (averías de aparatos, cancelación de citas, desabastecimiento de material, etcétera). Dar malas noticias no es un mal día de trabajo, es una día con mayor carga emocional.

En muchas ocasiones, los medios de comunicación, o incluso las personas en su día a día, evitan la palabra ‘cáncer’ por considerarla demasiado negativa. ¿Cree que hablar de esta enfermedad, desmitificarla o tratarla con naturalidad entre nuestros conocidos y en los medios podría ser de ayuda? ¿Y de cara a los niños?

Por supuesto. En el siglo XXI, la palabra cáncer no debe ser evitada ni identificada con fracaso o muerte. Los niños deben recibir la información adecuada a su edad y a su nivel de desarrollo neurocognitivo. Nunca se les debe engañar para ganar su confianza y su adhesión al tratamiento, sobre todo en los niños mayores y adolescentes que deben formar parte del proceso de toma de decisiones.

Al Hospital Infantil de Zaragoza acuden pacientes de todo Aragón, La Rioja o Soria, entre otros. ¿Se utilizan en todos los hospitales los mismos tratamientos y protocolos o puede haber diferencias dependiendo del lugar donde los niños sean tratados?

En general, prácticamente todos los hospitales de la red pública tratan a los pacientes de manera similar, con protocolos o ensayos nacionales o internacionales al menos de primera línea. En caso de fracaso terapéutico o recidivas puede existir más variación entre hospitales. Existen centros de referencia nacional para realizar algunos tratamientos (ensayos fase I/II o técnicas concretas) y a ellos son derivados los pacientes de otras comunidades.

Terapia génica, células madres, dianas moleculares… ¿Cuáles son las líneas de investigación abiertas en tratamientos de cáncer pediátricos más prometedoras?

En oncología pediátrica probablemente la investigación de más futuro actualmente es la de dianas moleculares, para lo cual es necesaria una mejor caracterización de los tumores pediátricos desde el punto de vista molecular. La legislación para la investigación en niños es más restrictiva y exigente que para adultos, lo que a veces es un freno para el desarrollo de nuevas terapias dirigidas a este grupo de pacientes.

Por último, ¿podría dar un mensaje positivo a todos los niños enfermos de cáncer y a sus familias?

La historia del cáncer infantil es una de las más exitosas: en 50 años se ha pasado de tener una mortalidad del 80% a una supervivencia del 80%. Además, los supervivientes tienen menos secuelas por el continuo refinamiento de los tratamientos. El mensaje es de optimismo, esta lucha la estamos ganando entre todos: los pacientes, sus familias, los profesionales, las asociaciones, los investigadores y la sociedad en su conjunto que posibilita que cada uno de los grupos aúne sus esfuerzos.

Entrevista: Revista de Ausape

Más de 100 farmacias aragonesas apadrinan una hucha solidaria

Aspanoa está dando un nuevo impulso a la campaña ‘Apadrina una hucha’, que consiste en que los farmacéuticos coloquen una alcancía en sus mostradores para que los clientes ayuden a las familias con niños con cáncer a superar la situación más complicada de sus vidas. La campaña se puso en marcha en 2003 y, una década después, Juan Carlos Acín, gerente de Aspanoa, junto con Eduardo López, vocal de la Junta Directiva, hicieron casi 8.000 kilómetros para actualizar la base de datos y dar a conocer el proyecto a boticas que aún no disponían de hucha. También fue entonces, en 2013, cuando las huchas se empezaron a expandir con fuerza por la capital aragonesa.

Juan Sierra, titular de la farmacia que más recaudó en 2015.

La farmacia Sierra fue la que más recaudó en 2015. En la imagen, su titular, Juan Sierra. Foto: Tino Gil

Gracias a ello y a recientes boticas que se han sumado a la causa, Aspanoa cuenta ya con más de 100 huchas solidarias, en concreto, 111. La provincia de Zaragoza está la primera en la clasificación con un total de 47, de las cuales 29 están en la capital. Le sigue de cerca la provincia turolense, ya que ya hay 36 farmacias adheridas a esta campaña; mientras que Huesca alcanza las 28.

Juan Carlos Acín apunta que esta campaña aporta a Aspanoa unos 4.000 euros al año. “El objetivo a corto plazo es conseguir que haya más farmacias que colaboren con nosotros. Y para eso es imprescindible que los socios le planteen a su farmacéutico de confianza si quiere sumarse a la campaña. También tenemos en mente visitar dos zonas de la Comunidad a las que hasta el momento nos ha resultado imposible acercarnos, en concreto, las Cinco Villas y el Maestrazgo”, explica. Acín añade que disponer de una hucha de Aspanoa también supone una pequeña ayuda para el farmacéutico, ya algunos utilizan la ‘calderilla’ en ocasiones para tener suelto y reponen la cantidad con billetes.

La botica que más recaudó en 2015 fue la farmacia Sierra, ubicada en la calle de José María de Lacarra de Zaragoza (antiguo General Sueiro). Su titular, Juan Sierra, señala que están “encantados” de colaborar con un proyecto por Aspanoa e indica que su éxito recaudatorio no tiene mayor misterio. “Algunos servicios, como tomar la tensión, los hacemos de forma gratuita y, en lugar de cobrarlos, les decimos a los clientes que pueden dejar si quieren una voluntad en favor de Aspanoa. Pero no creo que sea solamente por eso, sino sobre todo porque la gente es solidaria”, apunta. Sierra añade que no es raro encontrarse billetes de cinco euros en la hucha y que incluso alguna vez ha habido personas que han dejado uno de 20.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Cómo consigo una hucha? Aspanoa cuenta con sus propias huchas con candado y los farmacéuticos interesados en poner una en sus establecimientos solo tienen que llamar a la sede: 976 45 81 76. Se les hará llegar una convenientemente.

¿Qué hago cuando está llena? Si su botica está en Zaragoza, solo tiene que llamar al mismo teléfono y en un par de días pasarán por su farmacia a recoger la recaudación. Si se encuentra fuera de la capital, no hay problema. Es posible que haya un socio donde usted reside que podría hacerse cargo de este trabajo; o bien puede enviarnos la recaudación por transferencia. Cualquier duda, llame al 976 45 81 76.

Aspanoa

Cargando contenido
Cargando contenido

Cargando contenido
Cargando contenido